19 marzo, 2006

Y yo me voy con mi guitarra pa Florida...

¡Hola amigos y amigas! Ya estoy de vuelta en Chicago, ya he respondido todo el mail pendiente, ya me he puesto encima de la pila de blogs por leer, ya he recuperado las horas de sueño y ya he superado la angustia existencial post-vacaciones, ahora toca volver a la rutina (o lo que prentende ser una rutina) bloguera). Como es habitual, las fotos con comentarios y alguna que otra curiosidad, en flickr. El viaje ha sido toda una experiencia, nos autoproclamamos como la delegación para análisis de spring break de las naciones unidas (por eso de tener aproximadamente un representate de cada raza importante: negra, india, asiática, aria, ubetense) y nos pusimos a conducir dirección sur hasta que ya no se podía más, sintiendo como el sol iba calentando nuestro ánimo y encendiendo nuestras mejillas (sobre todo las del alemán) con más fuerza con cada kilómetro recorrido. Menos cuando se hacía de noche, claro. En los 2200 kilómetros que nos separaban de nuestro destino pudimos disfrutar del skyline de Atlanta, Nashville y otras ciudades menos conocidas y no por ello menos bellas, como Chatanoogaa o Jacksonville. Pasamos junto a la destilería de Jack Daniel's y atravesamos un total de de cinco estados: Illinois, Indiana, Kentucky, Tenessee, Georgia y Florida. Gracias a que el coche era automático, con control de velocidad de crucero, que en EE.UU. el límite de velocidad es bastante bajo y las carreteras tienen mil carriles, fue bastante llevadero lo de repartir la conducción de tantos kilómetros entre tan solo dos personas... en realidad condución me sentía como jugando al OutRun, solo que el videojuego era más difícil. A parte de llevar un todoterreno en vez de un descapotable y de no llevar a una rubia a mi lado, claro. Salímos el jueves a media noche. La primera parada de verdad fue en Daytona Beach, donde llegamos a las 23 horas de salir, aproximadamente. donde era la semana del motero, con lo que había Harleys por todas partes. Visitamos la playa y nos fuimos de clubes un ratín, aunque al final acabamos en un strip-club, más que nada porque era más barato entrar que cualquier club. Que cosas, ¿no? Además la música estaba bien. Y bueno, a parte fue una experiencia curiosa. Especialmente por la animada conversación que tuve con una de las stripers, monísima por cierto, que tras bailar en el escenario y percibir que a veces la miraba a los ojos en vez de a las tetas supuso que podría estar interesado en un pase privado. No mamá, tranquila que no le dí dinero a la mujer mala que me quería pervertir. Después nos fuimos a dormir al coche como buenos sin hogar que éramos para despues hacer el último tramo de nuestro viaje a West Palm Beach, donde nos alojamos en una casa de unos estudiantes malayos (también vive un americano que se crió en Malasia) de negocios (con lo que se pasan el día de juerga y sin hacer el huevo y en unos años cobrarán 10 veces lo que yo). Unos anfitriones excelentes que nos dejaron okupar su casa durante una semana siempre con una sonrisa, que nos introdujeron en la extensa comunidad malaya de West Palm Beach y que nos invitarón unas cuantas copas, aliviando nuestras maltrechas economías. De lo demás, poco más que contar, por supuesto mil anécdotas muchas fiestas y especialmente memorable la noche en Miami, donde conocimos a un militar que había estado en Irak matando gente y perdiendo a su mujer y mejor amigo. O al menos eso decía. Pero bueno, invitaba a copas también. Bonito amanecer en South Beach, y muy cómico encuentro con el militar que estaba tirado en la arena durmiendo en una posición divertidísima y con el brazo extendido con el móvil al final del mismo como diciéndo "róbame, róbame". No, no se lo robamos, somos buena gente, le despertamos y nos lo llevamos a desayunar. Para largo daría hablar de las mujeres de por ahí... muy en contraste con Chicago... ¡había una proporción razonable de mujeres! ¡y había grupos de mujeres solas! Increíble. Ya me había acostumbrado a no ver esas cosas. También había muchas chicas comiéndote con la mirada y otras que se creían stripers sin serlo, aunque conseguían que algún garrulo americano le pusiera algún que otro dólar en las bragas. El viaje ha estado de escándalo, pero he echado de menos gente con más ganas de hacer cosas y aprovechar el tiempo, a parte de mi Michael (alemán-compañero de habitación que por cierto se vuelve a alemania el miércoles) los demás eran un poco setas y poco fiesteros. ¡Imaginaos que un día al poco de llegar me fuí a echar una siesta pre-salida-nocturna porque estaba hecho polvo y cuando abrí los ojos estaba todo el mundo durmiendo! Próximo viaje (a saber cuando): Ruta 66.

3 Comments:

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Anonymous Anónimo said...

Yo quiero saber que interesante fué la conversación con la striper... Me alegro que disfrutaras de las "vistas" en la playa de Miami.
Saludos.

19:39  
Blogger Luisca said...

Esas cosas se cuentan delante de unas cerves hombre :-)

19:51  
Anonymous Anónimo said...

Bueno hombre, solo queria calentar un poco el ambiente, ya sabes que por Chicago hace mucho frio... :)

20:19  

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