09 diciembre, 2008

Lo peor que le puede pasar a un viajero

Lo peor que le puede pasar a un viajero (excluyendo las tragedias que le pueden ocurrir a cualquier persona) es que un incidente, ya sea un problema de salud o un robo, le impida continuar su viaje o le fuerce a acortar la duración del mismo.

Lo segundo peor que le puede pasar un viajero es perder todos los vestigios físicos que ha ido guardando, con cariño, como recuerdo de su viaje. Perder su cuardeno de viaje o las 1600 fotos que resumen los tres últimos meses y de las que aún no ha hecho una copia de seguridad. Esto último me pasó hace unos días en Delhi, en el ajetreado mercado junto a la mezquita de Jama Masjid. Me di cuenta de que llevaba la cremallera de la mochila abierta, pensé que me le habría dejado abierta sin querer, pero aún así comprobé que lo más valioso (la cámara, no por el objeto si no por las fotos) seguía en su sitio. En décimas de segundo la ansiedad y la angustia empezaron a subirme por el estómago al tardar mi mano más de la cuenta en encontrar el objeto, pero antes de tener la certeza de haber perdido la camara y caer en la desesperación, un indio alargó el brazo hacia mí con un objeto en la mano. Mi cámara.

Al principio no entendía nada, pero luego vi un corro de locales alrededor mia, y aunque no hablaban inglés, pude imaginar que alguien me había robado la camara pero alguno que nos estaba observando (los locales por aquí se queda mirando fijamente a los extranjeros indefinidamente) se dio cuenta, la recuperó y me la devolvió.

Y aún en un país con una fama, probablemente merecida, de que todo el mundo quiere aprovecharse de los extranjeros, el muchacho me devolvió la camara sin pedir nada a cambio y se perdió en la multitud antes de que pudiera siquiera decirle gracias.